jueves, 30 de octubre de 2008

OrTeGa Y GaSseT


1) BiOgRaFia:
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José Ortega y Gasset (1883-1955)

José Ortega y Gasset, el segundo de cuatro hermanos, nació en Madrid el 9 de mayo de 1883, en una familia madrileña acomodada perteneciente al círculo de la alta burguesía del lugar, entre 1891 y 1897 estudiaría en el Colegio jesuita de San Estanislao de Miraflores del Palo, en Málaga. Su abuelo materno gallego, Eduardo Gasset y Artime, había fundado el diario El Imparcial, que más tarde su padre, José Ortega Munilla, pasaría a dirigir.
Así, cabe destacar que Ortega y Gasset se crió en un ambiente culto, muy vinculado al mundo del periodismo y la política. Su etapa universitaria comienza con su incorporación a los estudios de la Universidad de Deusto, Bilbao (1897–98) y prosigue en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid (18981904).
Doctor en Filosofía de la Universidad de Madrid (1904) con su obra Los terrores del año mil. Crítica de una leyenda. Entre 1905 y 1907 realizó estudios en Alemania: Leipzig, Núremberg, Colonia, Berlín y, sobre todo, Marburgo. En esta última, se vio influenciado por el neokantismo de Hermann Cohen y Paul Natorp, entre otros.
De regreso a España es nombrado profesor numerario de psicología, lógica y ética de la Escuela Superior del Magisterio de Madrid (1909), y en octubre de 1910 gana por oposición la cátedra de metafísica de la Universidad Central, vacante tras el fallecimiento de Nicolás Salmerón.
Tras casarse con Rosa Spottorno, en 1914 nace en Madrid su hija, Soledad Ortega Spottorno, quién en 1978 creará la Fundación José Ortega y Gasset, de la que será su presidenta de honor. En 1918 nacerá su hijo José Ortega Spottorno, que será ingeniero agrónomo.
Colaborador del diario El Sol desde 1917, donde publica bajo la forma de folletones dos obras importantes: España invertebrada y La rebelión de las masas. Durante la II República es elegido diputado por la provincia de León, cargo en el que permaneció durante un año. En 1923 funda la Revista de Occidente, siendo su director hasta 1936. Desde esta publicación promoverá la traducción y comentario de las más importantes tendencias filosóficas y científicas en nombres tales como: Oswald Spengler, Johan Huizinga, Edmund Husserl, Georg Simmel, Jakob von Uexküll, Heinz Heimsoeth, Franz Brentano, Hans Driesch, Ernst Müller, Alexander Pfänder, Bertrand Russell y otros. (Al respecto véase, de Evelyne López Campillo, La Revista de Occidente y la formación de minorías (1923–1936), Editorial Taurus, Madrid, 1972).
Cuando comenzó la Guerra Civil Española en julio de 1936, Ortega se hallaba enfermo en su domicilio; apenas tres días tras el comienzo de la contienda, se presentaron en su domicilio varios comunistas armados de pistolas que exigieron su firma al pie de un manifiesto contra la sublevación y en favor del Gobierno republicano. Ortega se negó a recibirlos y fue su hija la que en una conversación con ellos —conversación que, como ella misma relató más tarde, llegó a ser muy tensa-, consiguió convencerlos de redactar otro texto muy corto y menos politizado y que, efectivamente, acabó siendo firmado por Ortega, junto con Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y otros intelectuales. En su Prólogo para ingleses, escrito ya en el exilio, se refiere Ortega a este episodio. En ese mismo mes de julio y a pesar de su grave enfermedad, salió de España (lo que consiguió gracias a la protección de su hermano Eduardo, persona de valimiento cerca de diversos grupos políticos de izquierda) y se exilió; primero en París, luego en Holanda y Argentina, hasta que en 1942 fijó su residencia en Lisboa. A partir de 1945 su presencia en España fue frecuente, pero habiéndosele impedido recuperar su cátedra, optó por fundar un «Instituto de Humanidades» donde impartía sus lecciones. Durante estos años, y hasta su muerte en 1955, fue fuera de España —sobre todo en Alemania—, donde recibió el crédito y las oportunidades de expresión que correspondían a su prestigio.
Ortega y Gasset ejerció una gran influencia en la filosofía española del siglo XX no sólo por la temática de su obra filosófica, sino también por su estilo literario ágil, descrito por algunos como próximo al Quijote, que le permitió llegar fácilmente al público general.
Contexto Histórico
En el mundo El mundo del siglo XX se caracteriza por caminar entre progresos tecnológicos, concentración de capitales, distintos apetitos imperialistas y sus consecuencias bélicas, contradicciones entre los regímenes aparentemente liberales y parlamentarios y la resistencia de las ya desfasadas estructuras sociales, políticas e ideológicas del Antiguo Régimen.
Durante este siglo nace el cine, el cubismo de Picasso. Las grandes empresas alemanas comienzan a barrer varios sectores de mercado europeos mientras que en América los estadounidenses desbordan a Francia en la producción del automóvil.
Crece el movimiento obrero, y como consecuencia nacen el Partido Socialdemócrata de Alemania y el Partido Laborista británico. Francia ya se ha convertido definitivamente en el modelo de estado burgués, democrático y laico, mientras que en Rusia estalla la Revolución de Octubre.
El pensamiento científico da pasos agigantados que presagian la nueva era: Max Planck desarrolla su teoría cuántica, Einstein su teoría de la relatividad, Landsteiner descubre los grupos sanguíneos humanos, Ramon y Cajal demuestra en 1901 la estructura del tejido nervioso y las neuronas, y en el mismo año Freud publica su obra Psicopatología de la vida cotidiana.
Como hemos dicho, se trata de una época de ansia imperialista. Aparecen numerosos imperios coloniales. Las grandes potencias se anexionan más de 17 millones de kilómetros cuadrados de otros continentes, con millones de poblaciones.
En España
Pero España no queda al mismo nivel que estas potencias. De hecho, más que ganar territorios, los pierde, en el Desastre del 98, comenzando así una nueva época de crisis política e ideológica.
Desde el nacimiento de Ortega en 1883 hasta su muerte en 1955 se suceden en España diferentes formas de Estado. Nace durante el reinado de Alfonso XII en plena restauración borbónica. Dos años después, en 1885, muere el rey y comienza la etapa de regencia de su segunda esposa, María Cristina. En este periodo se mantiene el sistema turnista propuesto por Cánovas del Castillo años atrás. Este sistema traería una etapa de crecimiento y desarrollo al país, pero significaba una gran corrupción política que aceleraría la crisis. Como hemos dicho, en 1898 se produce el llamado desastre del 98, la pérdida de las colonias españolas en Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Esto, junto a la crisis política, pondrán en marcha un movimiento, el Regeneracionismo que propone un renacer ideológico y político del país para una posterior reforma económica.
Pero Ortega no es propiamente regeneracionista, sino que perteneció a la Generación del 14 o novecentista, generación con un punto de vista más positivo que el de sus antecedentes del 98.
En 1923 el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera se subleva contra el gobierno y da un golpe de estado respaldado por la corona. Este golpe pretendía, oficialmente, poner fin a la guerra de Marruecos, que ya se había convertido en un problema considerable. Sin embargo, no perseguía únicamente este fin, el desastre de Annual, o derrota de Annual, en términos más impersonales, fue objeto de investigación por parte del gobierno, con el fin de aclarar las causas del suceso, las causas apuntaron directamente al ejercito y la monarquía, se sustancia en esto, junto a posibles intereses ideológicos en contra del auge del socialismo tras la Revolución de 1917, que Primo de Rivera efectuara el golpe de estado en 1923.
Tras la crisis económica de 1927, acentuada en 1929, la violenta represión de obreros e intelectuales y la falta de sintonía entre la burguesía y la dictadura será el objeto en cuestión a partir del cual se une toda la oposición en Agosto de 1930 en el llamado Pacto de San Sebastián. Tras la dimisión de Primo de Rivera, los gobiernos de Dámaso Berenguer (la denominada «dictablanda») y de Juan Bautista Aznar-Cabañas no harán otra cosa que prolongar momentáneamente la decadencia, hasta que en las elecciones municipales de 1931 el rey, aún habiendo salido victorioso, decide marchar, proclamándose el 14 de abril la Segunda República Española.
Ésta pasará por distintas formaciones de gobierno. Comienza con la etapa del bienio social-azañista, un periodo de numerosas reformas de toda índole; tras esta etapa llega el bienio radical-cedista, caracterizado por la anulación de las reformas anteriores y una serie de medidas de represión para las distintas revoluciones, entre ellas la de Asturias en el 1934.
Siguiendo las pautas de la Komintern, varios partidos de izquierdas se unen en el denominado Frente Popular, que se concibe como un frente antifascista. Gobernará, oficialmente, desde el 1936 hasta el 1939. Pero el 17 de julio de 1936 se produce el golpe de estado en Melilla, cuyo ambiguo resultado, debido principalmente a la resistencia de las clases populares, dará lugar a la Guerra Civil Española.
Ésta fue un preámbulo de la Segunda Guerra Mundial que poco después se produciría en el resto de Europa, dada la confrontación entre las dos principales ideologías que convivían en el momento. Aparte del drama que supuso el conflicto civil, el triunfo de las fuerzas sublevadas dirigidas por el general Franco supuso el establecimiento de una dictadura del ejército que duraría 36 años.
Filosófico
En el siglo XX Europa se debatía entre dos corrientes de pensamiento: el vitalismo y el historicismo. Desde el vitalismo se considera que la esencia de la realidad no se reduce a la razón pura,sino a un principio originario fundamental, que es la vida. El historicismo, surgido en Alemania sostiene que la historia es el elemento más importante para los seres humanos, el devenir de las cosas referidas al ser individual o a la comunidad en general. El ser humano es historia, y se va constituyendo a lo largo del tiempo. Como consecuencia de estas tendencias surgieron en la filosofía orteguiana los conceptos de razón vital y razón histórica.
En España cobró especial importancia el krausismo, movimiento de renovación cultural promovido por Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza. A este le siguió la generación del 98, caracterizada por su preocupación por España. A este respecto, partían de una visión pesimista del presente español, provocada por su profunda crisis moral. De esta generación destaca un pensador original, asistemático y solitario, Miguel de Unamuno, que recoge en sus obras temas de Kierkegaard cuando este era prácticamente desconocido en Europa.

Se encuentra unida a la palabra «circunstancia», que Ortega hace famosa en su expresión: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». (Meditaciones del Quijote, 1914). Mantiene los principios esenciales de su perspectivismo en periodos posteriores de su pensamiento.
A partir de El tema de nuestro tiempo desarrolla el «raciovitalismo», teoría que funda el conocimiento en la vida humana como la realidad radical, uno de cuyos componentes esenciales es la propia razón.
Para Ortega, la vida humana es la realidad radical, es decir, aquella en la que aparece y surge toda otra realidad, incluyendo cualquier sistema filosófico, real o posible. Para cada ser humano la vida toma una forma concreta.
Denomina «razón vital» a un nuevo tipo de razón —en rigor, el más antiguo y primario—, y «raciovitalismo» al modo de pensar que se apoya en su nuevo concepto de razón. La razón vital es una razón que se va realizando constantemente en la vida a la cual es inherente.
El perspectivismo o «doctrina del punto de vista» es una doctrina filosófica que sostiene que toda percepción e ideación es subjetiva. El individuo mira desde un punto de vista concreto, en una dirección propia.
Para Ortega, la perspectiva es la forma que adopta la realidad para el individuo. Esto no le hace caer en el subjetivismo, pues para él cada sujeto tiene su propia forma de acceder a la realidad, su propia parte de verdad, que puede ser incluso contradictoria con la de los demás.
La verdad absoluta, omnímoda, es la suma de las perspectivas individuales, que, por eso mismo, son verdaderas parcialmente. Esta verdad absoluta residiría en lo que llamamos Dios.
La razón vital es la razón que plantea Ortega, en sustitución de la razón pura cartesiana de la tradición filosófica. Esta razón integra todas las exigencias de la vida, nos enseña la primacía de esta y sus categorías fundamentales. No prescinde de las peculiaridades de cada cultura o sujeto, sino que hace compatible la racionalidad con la vida.
La razón vital es el principio clave del raciovitalismo.
Con la frase «Yo soy yo y mi circunstancia», Ortega insiste en lo que está en torno al hombre, todo lo que le rodea, no sólo lo inmediato, sino lo remoto; no sólo lo físico, sino lo histórico, lo espiritual. El hombre, según Ortega, es el problema de la vida, y entiende por vida algo concreto, incomparable, único: «la vida es lo individual»; es decir, yo en el mundo; y ese mundo no es propiamente una cosa o una suma de ellas, sino un escenario, porque la vida es tragedia o drama, algo que el hombre hace y le pasa con las cosas. Vivir es tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. En otros términos, la realidad circundante «forma la otra mitad de mi persona». Y la reimpresión de lo circundante es el destino radical y concreto de la persona humana.
El hombre es un ser que se encuentra inmerso, sumergido en una circunstancia (o naturaleza), la cual le presenta distintas concepciones de su estado físico y mental. Por tanto deja al hombre la misión de satisfacerlas. En el cumplimiento de tal tarea, agrega Ortega, es que el hombre crea la técnica, que, según este gran autor, podemos definir como «la reforma que el hombre impone a la naturaleza en vista de la satisfacción de sus necesidades». Ortega y Gasset definía al hombre como un «ser compuesto de realidades circunstanciales creadas por la opacidad en la forma de pensar y en el sedentarismo como fuente inspiradora de las culturas neopensantes incapaces de olvidar la tirantez que usurpa el conjunto de la sabiduría».

2) ObRaS:

1914 Meditaciones del Quijote • Vieja y nueva política 1915 Investigaciones psicológicas (Curso explicado entre 1915-16 y publicado en 1982) 1916 Personas, Obras, Cosas (artículos y ensayos escritos entre 1904 y 1912: «Renan», «Adán en el Paraíso», «La pedagogía social como programa político», «Problemas culturales», &c.) 1916-1934 El Espectador (8 tomos publicados entre 1916 y 1934) 1921 España Invertebrada 1923 El tema de nuestro tiempo 1924 Las Atlántidas 1925 La deshumanización del Arte e Ideas sobre la novela 1927 Espíritu de la letra • Mirabeau o el político 1928-1929 ¿Qué es filosofía? (curso publicado póstumamente en 1957), Kant 1929-1931 ¿Qué es conocimiento? (Publicado en 1984, recoge tres cursos explicados en 1929, 1930 y 1931, titulados, respectivamente: «Vida como ejecución (El ser ejecutivo)», «Sobre la realidad radical» y «¿Qué es la vida?») 1930 La rebelión de las masas • Misión de la Universidad 1931 Rectificación de la República; La redención de las provincias y la decencia nacional 1932 Goethe desde dentro • Unas lecciones de metafísica (curso dado entre 1932-33 y publicado en 1966) 1933-34 En torno a Galileo (curso explicado en 1933 del que se publicaron algunas lecciones en 1942 bajo el título Esquema de las crisis) 1934 «Prólogo para alemanes» (prólogo a la tercera edición alemana de El tema de nuestro tiempo. El propio Ortega prohibió su publicación «por los sucesos de Munich de 1934». Finalmente se publicó en español en 1958.) 1935 Historia como sistema (1ª edición en inglés. La versión española es de 1941 e incluye su ensayo sobre «El Imperio romano»). 1939 Ensimismamiento y alteración. Meditación de la técnica 1940 Ideas y Crencias, • Sobre la razón histórica (curso explicado en Buenos Aires y publicado en 1979 junto a otro dado en Lisboa sobre el mismo asunto.) 1942 Teoría de Andalucía y otros ensayos • Guillermo Dilthey y la Idea de vida 1944 Sobre la razón histórica (curso dado en Lisboa, vid. supra) 1946 Idea del Teatro. Una abreviatura (conferencia dada en Lisboa, abril, y en Madrid, mayo; publicada en 1958, aunque en el núm. 62 de la Revista Nacional de educación ofreció una versión de la pronunciada en Madrid.) 1947 La Idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva (publicado en 1958).
3) PeNsAmIeNtO fIlOsOfIcO:
LAgunas ideas del pensamiento de aristoteles:
Las llamadas escuelas socráticas fueron iniciativa de sus seguidores. Acerca de su actividad filosófica nos han llegado diversos testimonios, contradictorios entre ellos, como los de Jenofonte, Aristófanes o Platón, que suscitan el llamado problema socrático, es decir la fijación de la auténtica personalidad de Sócrates y del contenido de sus enseñanzas. Si creemos a Jenofonte, a Sócrates le interesaba fundamentalmente la formación de hombres de bien, con lo que su actividad filosófica quedaría reducida a la de un moralista práctico: el interés por las cuestiones lógicas o metafísicas sería algo completamente ajeno a Sócrates.
El rechazo del relativismo de los sofistas llevó a Sócrates a la búsqueda de la definición universal, que pretendía alcanzar mediante un método inductivo; probablemente la búsqueda de dicha definición universal no tenía una intención puramente teórica, sino más bien práctica. Tenemos aquí los elementos fundamentales del pensamiento socrático..
Los sofistas habían afirmado el relativismo gnoseológico y moral. Sócrates criticará ese relativismo, convencido de que los ejemplos concretos encierran un elemento común respecto al cual esos ejemplos tienen un significado.

4) ApLiCaCiOnEs FiLoSoFiCaS:

Los hombres más capaces de pensar sobre el amor son los que menos lo han vivido; y los que lo han vivido suelen ser incapaces de meditar sobre él.
Frase de Amor, Pensamiento, Vida de José Ortega y Gasset


Repercusiones:

Ortega y Gasset es, tal vez, el más importante filósofo español; sus obras han sido traducidas a multitud de lenguas extranjeras (principalmente su obra más conocida, La rebelión de las masas), y han dado lugar a infinidad de artículos y libros interpretativos. En la España anterior a la guerra civil Ortega fue uno de los grandes protagonistas de la vida cultural, tanto desde la conferencia y el artículo periodístico, como desde la cátedra en la Universidad y el mundo editorial y erudito. En este campo, por ejemplo, basta señalar que fundó y dirigió desde 1923 hasta 1936 "Revista de Occidente" y la editorial del mismo nombre, editorial que puso a disposición de los lectores españoles lo mejor que en Europa (particularmente Alemania) se producía en el mundo de la filosofía y las ciencias humanas.
Su compromiso social le llevó también al compromiso político: oposición a la dictadura de Primo de Rivera, dimisión de su cátedra en la Universidad tras el cierre de ésta, fundación de la "Agrupación al servicio de la República” (1931) y diputado en las Cortes Constituyentes (1931). En 1936 comienza la guerra civil y el exilio de Ortega, primero en Europa (Francia y Holanda) y más tarde en Sudamérica, principalmente Argentina, y en Portugal. En 1945 regresa a España, pero no se incorpora a su cátedra de la Universidad. En 1948 funda junto con Julián Marías el "Instituto de Humanidades", en donde impartirá cursos, alguno de los cuales de tanta trascendencia como el publicado en 1957 El hombre y la gente. Muere en Madrid el 18 de Octubre de 1955.
Tras la Guerra Civil, aunque marginado por los círculos académicos, su influencia se extiende, además del círculo de orteguianos españoles (Xirau, Gaos, Marías, Ferrater Mora, Laín Entralgo, Aranguren...) al pensamiento latinoamericano. Dado la diversidad de intereses de Ortega y su fecundidad de pensamiento, su influencia estuvo presente también en otros campos más allá del estrictamente filosófico: en la historia del periodismo queda como uno de los grandes maestros del articulismo, dio a conocer a los principales autores de la Generación del 27, se ocupó de la novela, el arte, la ciencia y la técnica, la unidad europea...

Influencia en otros pensadores:
Se encuentra unida a la palabra «circunstancia», que Ortega hace famosa en su expresión: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo».
Ejerció notable influencia en investigadores, teólogos y escritores como Antonio Machado, Luis Casar, Ignacio Ellacuría, Manuel García Morente, Pedro Caba Landa, Joaquín Xirau, Xavier Zubiri, José Gaos, Luis Recaséns Siches, Manuel Granell, Francisco Ayala, María Zambrano, Pedro Laín Entralgo, José Luis López-Aranguren, Miguel Reale, Julián Marías, Francisco Soler Grima (1924–1982), Antonio Rodríguez Huéscar, Juan David García Bacca, Jorge Millas Jiménez, Martín Cerda, Hernán Larraín Acuña, Arturo Gaete, fallecido en 2007, Arturo García Astrada, Adela Cortina, Félix Schwartzmann, José Ferrater Mora, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Antonio Skármeta, Luis Sánchez Latorre (Filebo), fallecido en 2007, Albert Camus, Paulino Garagorri, (1916–2007), José Antonio Primo de Rivera, y sobre las corrientes de la nueva metafilosofía, denominada «Metafísica del estar», basadas en el perspectivismo (Olavo de Carvalho). Además, cuando estaba en prisión, el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer mandó pedir las versiones en alemán de libros de Ortega y Gasset; específicamente, Historia como sistema, Del Imperio Romano y En torno a Galileo. Esquema de las crisis históricas (cfr. Cartas de amor desde la prisión, Ed. Trotta, Madrid, 1997)

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HuMe


1) BiOgRaFia:
David Hume nació en Edimburgo el 26 de abril de 1711, siendo el hijo menor de una buena familia, pero modesta económicamente. Su padre murió siendo él un niño, por lo que vivió con su hermano y su hermana bajo el cuidado de su madre.
Infancia y adolescencia:
A la precoz edad de doce años, su familia le envió a la Universidad de Edimburgo (lo habitual era ingresar a los catorce). En un principio decidió dedicarse al derecho, pero acabó desarrollando, según sus palabras: «una infranqueable aversión a todo excepto las indagaciones de la filosofía y al saber general, y mientras mi familia creía que estaba estudiando detenidamente a Voet y Vinnius; Cicerón y Virgilio eran los autores que devoraba en secreto ». Mostró poco respeto por los profesores, como se recoge en un comentario suyo de 1735 a un amigo: «No hay nada que se pueda aprender de un profesor que no se pueda encontrar en los libros».
En 1729, a la edad de dieciocho, Hume realizó un descubrimiento filosófico que le abriría «un nuevo lugar del pensamiento». No dijo cuál había sido ese descubrimiento, pero parece probable que fuese su teoría de la causalidad - que nuestras creencias acerca de la causa y el efecto dependen de los sentimientos, la costumbre y el hábito, y no de la razón o las abstractas e imperecederas leyes de la naturaleza
De esos años data la composición de su primera obra, "Tratado sobre la naturaleza humana", redactada "durante mi retiro en Francia -primero en Reims, pero principalmente en La Flèche, Anjou", según nos cuenta en su autobiografía. Recordemos que fue precisamente en La Flèche donde había estudiado Descartes, lo que ha dado motivo a ciertas especulaciones sobre la intencionalidad de este retiro en el mismo lugar por parte de Hume. En 1737 regresa a Londres, dirigiéndose posteriormente a Escocia, donde vivirá unos años con su madre y hermano. En 1739 publicará los dos primeros volúmenes del "Tratado", al que seguirá el tercero en 1740. El poco éxito alcanzado significó un duro golpe para Hume, que llega a decir en su autobiografía "jamás intento literario alguno fue más desgraciado que mi Tratado de la naturaleza humana". No obstante, el éxito obtenido posteriormente, en 1742, por los "Ensayos", le hizo olvidar por completo su fracaso anterior, estimulándole para reescribir el Tratado (obra que será publicada en 1748 con el título: "Ensayos filosóficos sobre el entendimiento humano"). En 1745 optó a la cátedra de ética de la Universidad de Edimburgo, plaza que no obtuvo probablemente por su reputación de escéptico y ateo. Después de un año Inglaterra, como tutor privado del marqués de Annandale, fue invitado por el general St. Clair a una expedición que, inicialmente dirigida contra Canadá, acabó con una pequeña incursión en la costa francesa; posteriormente, en 1747, fue invitado por el mismo general a acompañarle como secretario en una embajada militar por las cortes de Viena y Turín. Estas últimas actividades le permiten mejorar su situación económica.

En 1749 regresa a Escocia, donde volverá a pasar dos años con su hermano en su casa de campo, publicando algunas obras más. En 1752 se instala en Edimburgo donde fue nombrado bibliotecario de la facultad de Derecho, dedicando su actividad filosófica más bien a problemas históricos, sociales y políticos, como pone de manifiesto las obras publicadas a partir de entonces.

En 1763 recibió la invitación del conde de Hertford de acompañarle a París como secretario de embajada. Rechazada la invitación en principio, Hume la aceptó ante la insistencia del conde, dirigiéndose a París donde permanecerá hasta 1766, participando en las actividades de los eciclopedistas y los círculos ilustrados y entablando amistad con algunos de los personajes destacados de la época, como Rousseau.

A su regreso a Londres fue nombrado "subsecretario de estado para el departamento septentrional", que se ocupaba de los asuntos diplomáticos con los países situados al norte de Francia, cargo que no estaba remunerado y que desempeñó durante dos años, hasta 1769. Ese año regresará a Edimburgo, continuando sus actividades de estudio e investigación.
En 1775 fue aquejado de unas dolencias en los intestinos y un año después, temiendo un mal desenlace de la enfermedad, escribió la breve autobiografía Mi vida, una oración funeral a sí mismo.
Primeras obras
En 1734, tras unos meses en Bristol, dejó el estudio autodidacta y realizó experimentos mentales en La Fleche (Anjou, Francia). Durante los cuatro años que permaneció allí, diseñó su plan de vida, como escribiría en De mi propia vida, decidiendo «hacer que una estricta frugalidad supla mi falta de fortuna, para mantener mi independencia intacta, y para considerar todos los objetos contingentes excepto la mejoría de mi talento para la literatura». En La Fleche completó Tratado de la naturaleza humana a la edad de veintiséis años. Aunque hoy en día se considera al Tratado el trabajo más importante de Hume y uno de los libros más relevantes de la historia de la filosofía, el público británico le dispensó una fría acogida. El mismo Hume describió la falta de reacción popular ante la publicación de su Tratado en 1739–40 al escribir que «Nacido muerto desde la imprenta, sin ni siquiera alcanzar la distinción necesaria para levantar un murmullo entre los fanáticos. Pero, de temperamento alegre y optimista, me recuperé pronto de la decepción y proseguí con ardor mis estudios». Entonces escribiría Un resumen de un libro publicado recientemente; titulado, Tratado de la naturaleza humana. Donde el argumento central del libro se ilustra y explica. Sin revelar su autoría, intentó hacer su trabajo más intelegible acortándolo, pero incluso esta labor publicitaria erró en su propósito de despertar el interés en el Tratado.
Tras la publicación de Ensayos de moral y política en 1744 solicitó una cátedra de ética y pneumática (psicología) en la Universidad de Edimburgo, pero fue rechazado. Durante la Rebelión Jacobita de 1745 fue tutor del Marqués de Annandale. Fue entonces cuando comenzó su gran trabajo histórico Historia de Gran Bretaña (libro), que tardaría 15 años en acabar y cuya extensión supera el millón de palabras, y fue publicado en seis volúmenes entre 1754 y 1762. En 1748 ejerció durante tres años como secretario del General St Clair durante los que escribiría Ensayos filosóficos acerca del entendimiento humano, que se publicaría más tarde con el nombre de Investigación sobre el entendimiento humano. Esta obra no alcanzaría más éxito que el Tratado.
Hume fue acusado de herejía, pero sus amigos le defendieron alegando que al ser ateo estaba fuera de la jurisdicción de la Iglesia de Escocia. A pesar de resultar absuelto y posiblemente debido a la oposición de Thomas Reid de Aberdeen, que durante ese año criticó su metafísica desde el cristianismo, le fue denegada la cátedra de filosofía en la Universidad de Glasgow. En 1752, como relata en De mi propia vida, «La facultad de derecho me eligió como bibliotecario, un empleo por el que recibía escasos o nulos emolumentos, pero que puso bajo mi mando una gran biblioteca». Esta biblioteca le proporcionó las fuentes que le permitieron continuar con las investigaciones históricas necesarias para la escritura de su Historia.
El reconocimiento de su obra
Hume se granjeó notoriedad como ensayista e historiador. Su gigantesca Historia de Gran Bretaña desde los reinos sajones hasta la Revolución Gloriosa se vendió mucho en su época. En ella, Hume presentaba al hombre como una criatura de costumbres, predispuesto a someterse en silencio al gobierno establecido a menos que se enfrente a la incertidumbre. Según él, sólo las diferencias religiosas podían desvíar al hombre de sus vidas cotidianas para hacerle pensar en política.
Hay un relato (probablemente falso) sobre David Hume y su supuesto ateísmo. En él, Hume cae de su caballo en un barrizal y se empieza a hundir. Entonces pasa por allí una anciana y pía dama. Cuando ve al célebre ateo agitando sus brazos en un intento de salvar su vida se acerca al borde y le mira. Hume le suplica a la dama que le acerque una rama para poder escapar, pero ella responde que se niega a menos que proclame su devoción a Dios Todopoderoso. Hume finalmente hace lo que le pide y la dama le ayuda a salir.
De 1763 a 1765 Hume ejerció como secretario de Lord Hertford en París, donde se ganó la admiración de Voltaire y fue agasajado por las damas de la alta sociedad. Allí trabó una amistad con Rousseau que más tarde se estropearía. Escribió sobre su estancia en París «A menudo añoré la tosquedad de The Poker Club de Edimburgo... para corregir y rectificar tanta exquisitez». En 1768 se estableció en Edimburgo. En 1770, el filósofo alemán Immanuel Kant avivó el interés por los trabajos filosóficos de Hume al declarar que le habían despertado de «sueños dogmáticos» (circa) y desde entonces gozó del reconocimiento que había perseguido durante toda su vida.
James Boswell visitó a Hume pocas semanas antes de su muerte. Hume le dijo que sinceramente veía la vida después de la muerte como «el capricho más irracional». Hume escribió su propio epitafio: «Nacido en 1711, Muerto en 1776. Dejando a la posteridad que añada el resto» que está grabado conjuntamente con el año de su fallecimiento en la «sencilla tumba romana» que dejó escrito que prefería y que está situada, como deseaba, en la ladera este de Calton Hill, desde la que se ve su casa, en el número 1 de St David Street del New Town de Edimburgo.
Ideas e impresiones
Hume cree que todo el conocimiento humano proviene de los sentidos. Nuestras percepciones, como él las llamaba, pueden dividirse en dos categorías: ideas e impresiones. Así define estos términos en Investigación sobre el entendimiento humano: «Con el término impresión me refiero a nuestras más vívidas impresiones, cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos. Y las impresiones se distinguen de las ideas, que son impresiones menos vívidas de las que somos conscientes cuando reflexionamos sobre alguna de las sensaciones anteriormente mencionadas». Más adelante precisa el concepto de las ideas, al decir «Una proposición que no parece admitir muchas disputas es que todas nuestras ideas no son nada excepto copias de nuestras impresiones, o, en otras palabras, que nos resulta imposible pensar en nada que no hayamos sentido con anterioridad, mediante nuestros sentidos externos o internos». Esto constituye un aspecto importante del escepticismo de Hume, en cuanto equivale a decir que no podemos tener la certeza de que una cosa, como Dios, el alma o el yo, exista a menos que podamos señalar la impresión de la cual,esa idea, se deriva.
El problema de la causalidad
Cuando un acontecimiento continuamente sucede tras otro, la mayoría de la gente piensa que una conexión entre ambos acontecimientos hace que el segundo suceda al primero (post hoc ergo propter hoc). Hume desafió a esta creencia en su primer libro Tratado de la naturaleza humana y más tarde en su Investigación sobre el entendimiento humano. Se dio cuenta de que aunque percibimos que un elemento suceda al otro, no percibimos ninguna condición necesaria y suficiente entre los dos. Y, de acuerdo con su epistemologia escéptica, sólo podemos confiar en el conocimiento que adquirimos a través de nuestras percepciones. Hume declaró que nuestra idea de causalidad consiste en poco más que la esperanza de que ciertos acontecimientos se den tras otros que los preceden.«No tenemos otra noción de causa y efecto, excepto que ciertos objetos siempre han coincidido, y que en sus apariciones pasadas se han mostrado inseparables. No podemos penetrar en la razón de la conjunción. Sólo observamos la cosa en sí misma, y siempre se da que la constante conjunción de los objetos adquiere la unión en la imaginación»(Hume, 1740: 93). En realidad no podemos decir que un acontecimiento causó al otro. Todo lo que sabemos es con seguridad que un acontecimiento está correlacionado con el otro. Para describir esto, acuñó el término conjunción constante. Que consiste en que cuando vemos cómo un acontecimiento siempre causa otro lo que en realidad estamos viendo es que un acontecimiento ha estado siempre en conjunción constante con el otro. En consecuencia, no tenemos ninguna razón para creer que el primero causó al segundo, o que continuarán apareciendo siempre en conjunción constante en el futuro (Popkin y Stroll, 1993: 268). La razón por la que presentamos este comportamiento no es que la causa-efecto sea el comportamiento de la naturaleza, sino los hábitos de la psicología humana (Popkin y Stroll, 1993: 272).
Esta concepción le quita toda la fuerza a la causación, y otros humeanos posteriores, como Bertrand Russell han deshechado la misma noción de causación aduciendo que es un tipo de superstición. Pero esto desafía al sentido común, creando el problema de la causación – ¿Qué justifica nuestra confianza en la existencia de una conexión causal y de qué clase de conexión podemos saber? – un problema para el que no se ha encontrado solución. Hume sostuvo que tanto nosotros como otros animales tenemos una tendencia instintiva a creer en la causación debido al desarrollo de hábitos de nuestro sistema nervioso, una creencia que no podemos eliminar, pero que no podemos probar mediante ningún argumento, deductivo o inductivo.
El problema de la inducción
En Investigación sobre el entendimiento humano (EHU), §4.1.20-27, §4.2.28-33.,[2] Hume articuló su tesis de que todo el razonamiento humano pertenece a dos clases, Relaciones de ideas y Hechos. Mientras que las primeras involucran conceptos abstractos como las matemáticas y están gobernadas por las certezas deductivas, los segundos comportan la experiencia empírica donde todos los razonamientos son inductivos. Dado que de acuerdo con Hume no podemos conocer nada de la naturaleza con anterioridad a la experimentación, incluso un hombre racional sin experiencia «no podría haber inferido de la transparencia y la fluidez del agua que sofocaría su sed, o a partir de la luz y el calor del fuego que le consumiría»(EHU, 4.1.6) Así que todo lo que podemos decir, pensar o predecir de la naturaleza debe venir de la experiencia previa, lo que lleva a la necesidad de la inducción.
La inferencia inductiva presupone que se puede confiar en los actos pasados como regla a partir de la que se puede predecir el futuro. Por ejemplo, si en el pasado ha llovido el 60% del tiempo cuando se dan unas condiciones atmosféricas determinadas, entonces en el futuro probablemente lloverá un 60% del tiempo si se dan las mismas condiciones. Pero aún queda el problema de cómo justificar tal inferencia, conocida como el principio de inducción. Hume sugirió dos posibles justificaciones, que sin embargo rechazó:
La primera justificación descansa en la suposición, tomada como una necesidad lógica, de que el futuro debe de parecerse al pasado. Pero Hume puntualiza que podemos concebir un mundo caótico y errante en el que el futuro no tiene nada que ver con el pasado – o un mundo como el nuestro hasta el presente, que llegado a un punto cambia totalmente. Así que nada hace que el principio de inducción sea una necesidad lógica.
La segunda justificación, más modesta, apela a los éxitos anteriores de la inducción – en el pasado ha funcionado en la mayoría de las ocasiones, así que probablemente seguirá haciéndolo en el futuro. Pero, como Hume comenta, esta justificación hace uso del razonamiento circular en un intento de justificar la inducción mediante la reiteración, lo que nos devuelve al punto de partida.
El notable filósofo del siglo XX Bertrand Russell, confirmó y elaboró el análisis de Hume del problema en su trabajo Los problemas de la filosofía, capítulo 6.[3]
A pesar de la crítica de Hume a la inducción, sostuvo que era superior a la deducción en el reino del pensamiento empírico. Tal y como declara: «esta operación de la mente, por la que podemos inferir los efectos de las causas y viceversa, es esencial para la subsistencia de todas las criaturas humanas, es probable que pueda confiarse más en ella que en las falacias de la deducción de nuestra razón, que es lenta en sus operaciones; no aparece en los primeros años de la infancia; y como mucho es, en cualquier edad y periodo de la vida humana, extremadamente proclive al error».(EHU, 5.2.22)
La teoría del yo
Tendemos a pensar que somos la misma persona que hace cinco años, aunque hemos cambiado en muchos aspectos. Podríamos empezar a pensar qué características han cambiado sin que cambie el yo. Hume, sin embargo, niega que haya una distinción entre las diferentes características de una persona y el misterioso yo que supuestamente las lleva puestas. Después de todo, como puntualizó Hume, cuando se experimenta con la introspección, se descubren pensamientos, sentimientos y percepciones, pero nunca se percibe ninguna sustancia que se pueda llamar “el yo”. Así que Hume llega a la conclusión de que no hay nada que se pueda llamar yo, aparte de una gran y efímera colección de percepciones.
Si las ideas estuvieran sueltas e inconexas sólo el azar podría unirlas, y es imposible que las mismas ideas formaran regularmente otras más complejas (cosa que hacen habitualmente) sin una cierta unión entre ellas, alguna cualidad asociativa por la cual una idea introduce naturalmente otra. [...] Está claro que en el transcurso del pensamiento y en la constante revolución de nuestras ideas, nuestra imaginación salta fácilmente de una idea a otra que se le parece, y que esta sola cualidad es un enlace suficiente para la imaginación. Resulta también evidente que los sentidos, al cambiar sus objetos, necesitan cambiarlos regularmente, y tomarlos como si estuvieran contiguos unos a los otros, la imaginación debe de acostumbrarse a adquirir el mismo método de pensamiento, y saltar por las partes del espacio y el tiempo al concebirlas como sus objetos.[4]
Según Hume, tales percepciones no pertenecen a nada. En lugar de eso, Hume compara el alma con una mancomunidad, que retiene su identidad no a causa de alguna única substancia, sino por estar compuesta de muchos elementos diferentes, relacionados y en constante cambio. La cuestión de la identidad personal pasa a ser una cuestión de caracterizar la cohesión de la experiencia personal de cada uno. En el apéndice del Tratado, Hume sin embargo dijo que no estaba satisfecho con esta explicación del yo, pero nunca volvería a tratar el asunto.
Razón práctica: instrumentalismo y nihilismo
La mayoría de las personas consideran algunas conductas más razonables que otras. Por ejemplo, comer papel de aluminio parece irracional. Pero Hume negó que la razón tuviera un papel importante cara a motivar o desalentar la conducta. Según él, la razón no es más que una calculadora de conceptos y experiencia. Lo que en definitiva importa es como nos sentimos respecto a la conducta. Su trabajo se asocia con la doctrina del instrumentalismo, que dice que una acción es razonable si y sólo sí sirve para alcanzar las propios deseos, sean los que sean. La razón puede participar solamente informando acerca de las acciones que serán más útiles para alcanzar las metas y deseos, pero nunca dirá qué metas y deseos se deben de tener. Así que si alguien quiere ingerir papel de aluminio la razón dirá dónde encontrarlo, y no hay nada irracional en el hecho de comerlo o en querer hacerlo (a menos que se tenga un deseo más fuerte de conservar la salud). Hoy en día, sin embargo, se aduce que Hume fue un paso más allá adentrándose en el nihilismo, pues dijo que no había nada irracional en frustrar los propios deseos y metas. Tal conducta sería anormal, pero no sería contraria a la razón.
Ética
Hume trató la ética por primera vez en Tratado de la naturaleza humana. Más tarde extrajo y extrapoló las ideas allí propuestas en un ensayo más corto titulado Investigación sobre los principios de la moral. La aproximación de Hume a los problemas morales es fundamentalmente empírica. En lugar de decir cómo debería de operar la moral, expone cómo realizamos los juicios morales. Tras proporcionar varios ejemplos llega a la conclusión de que la mayoría (si no todas) de las conductas que aprobamos lo hacemos para incrementar la utilidad pública. Sin embargo, al contrario que el también empirista Thomas Hobbes, Hume declara que no sólo realizamos juicios morales teniendo en cuenta nuestro propio interés, sino también el de nuestros conciudadanos. Hume defiende esta teoría de la moral al asegurar que nunca podemos realizar juicios morales basándonos únicamente en la razón. Nuestra razón trata con hechos y extrae conclusiones a partir de ellos, pero no nos puede llevar a elegir una opción sobre otra; sólo los sentimientos pueden hacerlo. Este argumento contra la moral fundamentada en la razón forma parte hoy en día de los argumentos antirealistas.
Por tanto, Hume niega la existencia de una "razón práctica" y la posibilidad de una fundamentación racional de la ética. El objeto de la moral (pasiones, voliciones y acciones) no es susceptible de ese acuerdo o desacuerdo entre las ideas sobre las que se basan lo verdadero y lo falso. Si la razón no puede ser la fuente del juicio de valor, habrá que buscarlo en el sentimiento, que surge espontáneo en nosotros ante acciones susceptibles de lo que consideramos valoración moral. El análisis de este sentimiento revela que es una forma de placer o de "gusto". Ello le lleva a excluir de la moral todo rastro de austero moralismo o de mortificación del alma o del cuerpo, porque el fin de la moral es la felicidad y el gozo de vivir del mayor número de hombres posible.
Igualmente duro se muestra Hume ante el problema religioso. Menoscaba la pretensión de las pruebas de la existencia de Dios, y niega su existencia apelando al problema del mal en el mundo. La religión tiene su origen en el sentimiento de miedo de la gente y en la ignorancia de las causas de los eventos terribles de la naturaleza. En su libro Historia natural de la religión, defiende una evolución a partir del politeísmo, hasta llegar a la idea abstracta de la divinidad propia de las religiones monoteístas.
Determinismo y libre albedrío
Muchos han advertido el conflicto aparente entre el libre albedrío y el determinismo – si las acciones que se relizan estaban predeterminadas desde hace miles de millones de años, entonces ¿Cómo es que podemos decidir? Pero Hume advirtió otro conflicto, al ver el problema desde la perspectiva contraria: el libre albedrío es incompatible con el indeterminismo. Si las acciones realizadas no están determinadas por los acontecimientos anteriores entonces las acciones son completamente aleatorias. Además, y de más importancia para la filosofía humana, no están determinadas por el carácter o la personalidad – los deseos, las preferencias, los valores, etc. Pero, ¿Cómo podría ser alguien responsable de una acción que no es consecuencia de su carácter, sino que ocurre de forma aleatoria? El libre albedrío parece necesitar del determinismo, porque de lo contrario el agente y la acción no estarían conectados. Así que, mientras que el libre albedrío parece contradecir al determinismo, al mismo tiempo necesita del determinismo. La concepción de Hume de la conducta humana tiene causas, y por lo tanto al hacer a las personas responsables por sus acciones se debería intentar recompensarlas o castigarlas de tal forma que intentaran hacer lo que es moralmente deseable e intentaran evitar hacer lo que es moralmente indeseable.
El problema del ser y el deber ser
Hume se percató de que muchos escritores hablaban sobre lo que debería ser partiendo de la base de lo que es; pero hay una gran diferencia entre las proposiciones descriptivas (lo que es) y las prescriptivas (lo que debe ser) (ver libro III, parte I, sección I del Tratado de la naturaleza humana). Hume pide a los escritores que se pongan en guardia ante estos cambios sin aportar explicaciones acerca de como se supone que las proposiciones prescriptivas deben de seguirse de las declarativas. La cuestión de ¿con qué exactitud se puede derivar el 'deber' del 'ser'? ha llegado a ser una de las cuestiones centrales de la teoría ética, y a Hume se le adjudica normalmente la opinión de que tal derivación es imposible (otros interpretan que Hume no dijo que una aserción fáctica no puede devenir en una aserción ética, sino que no podía hacerse sin prestar atención a los sentimientos humanos). Hume es probablemente uno de los primeros escritores que realizó una distinción entre lo normativo (lo que debería ser) y lo positivo (lo que es). G. E. Moore defendió una posición similar con su argumento de la pregunta abierta, en un intento de refutar cualquier identificación entre las propiedades morales y las naturales—la llamada falacia naturalista.
Utilitarismo
Hume, junto con los demás miembros de la ilustración escocesa, fue probablemente el primero en proponer que la razón de los principios morales puede buscarse en la utilidad que tratan de promover. El papel de Hume, sin embargo, no debe de sobreestimarse; fue Francis Hutcheson el que acuñó el lema del utilitarismo: «la mayor felicidad para el mayor número». Pero fue tras leer el Tratado de Hume cuando Jeremy Bentham sintió por primera vez la fuerza del sistema utilitario. Sin embargo, el proto-utilitarmismo de Hume es peculiar. No cree que la adición de unidades de utilidad proporcione la forma de llegar a la verdad moral. Al contrario, Hume era un sentimentalista moral y, como tal, pensaba que los principios morales no podían justificarse intelectualmente. Algunos principios simplemente nos parecen mejores que otros; y la razón de por qué los principios utilitarios nos parecen mejores es porque favorecen nuestros intereses y los de nuestros coetáneos, con los que simpatizamos. Los seres humanos están fuertemente predispuestos a aprobar normas que promuevan la utilidad pública de la sociedad. Hume usó esta idea para explicar cómo evaluamos un amplio abanico de fenómenos, desde las instituciones sociales y políticas gubernamentales a los rasgos de la personalidad.
El problema de los milagros
Para Hume, el único apoyo de la religión más allá del estricto fideísmo son milagros, pero añadió que no eran gran cosa. Dio muchos argumentos, todos a partir de su concepción de milagro: una violación de las leyes de la naturaleza. Su definición exacta de milagro se puede encontrar en su Investigación sobre el entendimiento humano, donde dice que los milagros son violaciones de las leyes naturales y por tanto son muy improbables. Se ha criticado esta idea mediante el contraargumento de que tal dictado asume el carácter de los milagros y las leyes de la naturaleza antes de examinar los milagros, lo que es una sutil forma de dar por sentada la conclusión. También puntualizaron que este razonamiento apela a la inferencia inductiva, problemática en la filosofía humana, pues nadie ha observado todos los acontecimientos de la naturaleza ni examinado todos los posibles milagros (por ejemplo, los que no han sucedido todavía). Otra oposición a este argumento parte de que el testimonio humano nunca puede ser suficientemente digno de confianza para contradecir la evidencia de las leyes de la naturaleza. Este punto de vista se ha aplicado a la cuestión de la resurrección de Jesús, respecto a la que Hume no dudó en preguntar, «¿Qué es más probable – que un hombre ascienda de entre los muertos o que el testimonio esté, de alguna forma, errado?». Esta pregunta es similar a la navaja de Occam. Este argumento es la espina dorsal del movimiento escéptico y todavía constituye un problema para los historiadores de la religión.
El argumento del diseñador
Uno de los argumentos más antiguos y utilizados para demostrar la existencia de Dios es el argumento teleológico – que todo el orden y el propósito es un indicio de su origen divino. Hume hizo la crítica clásica a este argumento en Diálogos sobre religión y en Investigación sobre el entendimiento humano y, aunque el asunto está lejos de estar resuelto, muchos creen que Hume refutó el argumento con éxito. Su argumentación se sostiene en que:
Para que el argumento sea cierto, debe de ser verdadero que el orden y el propósito se observen cuando resulten de un diseño. Pero se puede observar el orden con frecuencia en procesos carentes de planificación como la cristalización. El diseño sólo es causante de una minúscula parte de nuestra experiencia.
Además, el argumento del diseñador se basa en una analogía incompleta: dada nuestra experiencia con los objetos, podemos reconocer los diseñados por el hombre, comparando por ejemplo un montón de piedra con una pared. Pero para reconocer un universo diseñado necesitamos conocer una variedad de universos diferentes. Como sólo podemos conocer uno, la analogía no puede aplicarse.
Incluso si el argumento fuera perfectamente válido, no podría establecer un teísmo robusto; pues se puede llegar fácilmente a la conclusión de que la configuración del universo es el resultado de un agente o agentes no inteligentes cuyos métodos sólo tienen una remota similitud con el diseño humano.
Si un mundo natural ordenado necesita de un diseñador, entonces la mente de Dios (que es ordenada) también necesita un diseñador. Entonces, este diseñador necesita de otro diseñador, y así ad infinitum. Se podría responder apelando a una inexplicablemente mente divina auto-ordenada; pero entonces por qué no contentarse con un inexplicablemente auto-ordenado mundo?
A menudo, cuando se trata del propósito, cuando parece que el objeto X tiene la característica C para poder lograr la recompensa O, se puede explicar mejor mediante un filtrado: es decir, el objeto X no existiría si no tuviese la característica C, y la recompensa O sólo es una proyección de las metas humanas en la naturaleza. Esta explicación de la teleología anticipó la idea de selección natural.
Conservadurismo y teoría política
Muchos ven a David Hume como un conservador, y en ocasiones se le llama el primer filósofo conservador. Expresó su desconfianza por los intentos de reformar la sociedad para llevarla lejos de la costumbre establecida, y aconsejó a los pueblos que no se rebelasen contra sus gobernantes excepto en casos de tiranía flagrante. Sin embargo, se resistió a tomar parte por ninguno de los partidos políticos británicos, los Whigs y los Tories, y creía que se debe equilibrar el anhelo de libertad con la necesidad de una autoridad poderosa, sin sacrificar ninguna de las dos. Apoyó la libertad de prensa y se mostró simpatizante de la democracia, aunque con restricciones. Se ha dicho que fue una gran inspiración para James Madison, en particular para el libro Federalista Nº 10. También se mostró optimista respecto al progreso social, pues creía que gracias al desarrollo económico que resulta de la expansión del comercio las sociedades progresaban desde la barbarie a la civilización. Según él, las sociedades civilizadas son abiertas, pacíficas y sociables, y sus ciudadanos son, en consecuencia, mucho más felices.
Aunque fuertemente pragmático, Hume produjo un ensayo titulado Idea de la mancomunidad perfecta, donde detallaba qué reformas se deberían acometer, que incluían la separación de poderes, descentralización, extender el sufragio a todo el que tuviera propiedades de valor y limitar el poder de la iglesia. Propuso el sistema del ejército Suizo como la mejor forma de protección. Las elecciones deberían de tener lugar anualmente y los representantes del pueblo no deberían de cobrar emolumentos.
Contribuciones al pensamiento económico
En el transcurso de sus argumentaciones políticas, Hume desarrolló muchas ideas que gozan de prevalencia en la economía, principalmente acerca de la propiedad intelectual, la inflación y el comercio exterior.
La concepción humana de la propiedad privada es que la propiedad privada no es un derecho natural, pero se justifica porque es un bien limitado. Si todos los bienes fueran ilimitados y estuvieran disponibles, entonces la propiedad privada no tendría sentido. Hume creía en la distribución desigual de la propiedad, dado que la igualdad perfecta destruiría las ideas de industria y el ahorro, lo que llevaría al empobrecimiento.
Hume se cuenta entre los primeros que desarrollaron un flujo precio-especie automático, una idea que contrasta con el sistema mercantil. Expuesto en una forma simplificada, cuando un país incrementa sus flujos entrantes de oro, esto resulta en una inflación de precios, que dejará sin comerciar a países que lo habrían hecho de no haber dicha inflación. Esto redunda en un decremento del flujo entrante de oro a largo plazo.
Hume también propuso una teoría de la inflación beneficiosa. Creía que incrementar el suministro de dinero avivaría la producción a corto plazo. Este fenómeno estaría ocasionado por un margen entre el incremento del suministro de dinero y los precios. El resultado es que los precios no se elevarían a corto plazo y puede que no lo hicieran nunca. Esta teoría se desarrolló más tarde por John Maynard Keynes.
Racismo
Esta controvertida nota al pie aparece en el original del ensayo De los caracteres nacionales:
Sospecho que los negros y en general todas las otras especies de hombres (de las que hay unas cuatro o cinco clases) son naturalmente inferiores a los blancos. Nunca hubo una nación civilizada que no tuviera la tez blanca, ni individuos eminentes en la acción o la especulación. No han creado ingeniosas manufacturas, ni artes, ni ciencias. Por otra parte, entre los blancos más rudos y bárbaros, como los antiguos alemanes o los tártaros de la actualidad, hay algunos eminentes, ya sea en su valor, forma de gobierno o alguna otra particularidad. Tal diferencia uniforme y constante no podría ocurrir en tantos países y edades si la naturaleza no hubiese hecho una distinción original entre estas clases de hombre, y esto por no mencionar nuestras colonias, donde hay esclavos negros dispersados por toda Europa, de los cuales no se ha descubierto ningún síntoma de ingenio; mientras que la gente pobre, sin educación, se establece entre nosotros y se distinguen en todas las profesiones. En Jamaica, sin embargo, se habla de un negro que toma parte en el aprendizaje, pero seguramente se le admira por logros exiguos, como un loro que ha aprendido a decir varias palabras.
Debe de tenerse en cuenta que esta forma de racismo era habitual en la cultura europea de la época de Hume. Podría haber sido un 'hijo de su época' en ese aspecto, o incluso, por la forma especulativa en que esta nota está escrita, podría haber aplicado un ejemplo de una de sus propias reflexiones sobre la causalidad, tratada más arriba: una "conjunción constante" entre las personas de otras razas que conocía y los logros de las mismas.

2) ObRaS:

Principales obras de Hume ordenadas cronológicamente
"Tratado sobre la naturaleza humana", publicada en tres volúmenes entre1739-1740.
"Ensayos sobre moral y política", 1741-1742.
"Investigación sobre el entendimiento humano", 1748. (En esta obra se retoman los temas del Tratado, presentados ahora con mayor rigor, según las propias palabras de Hume, debiendo tomarse esta obra como referencia de su pensamiento en lugar del Tratado, que queda desautorizado por el autor. La primera edición se publicó con el título "Ensayos filosóficos sobre el entendimiento humano", siendo conocido esta obra con el título anteriormente citado a partir de la segunda edición de 1758).
"Investigación sobre los principios de la moral", 1751.
"Discursos políticos", 1752.
"Historia de Gran Bretaña", 1756. (De Jaime I a Carlos I).
"Historia de Gran Bretaña", 1756. (De Carlos I a la revolución de 1688).
"Cuatro disertaciones: Historia natural de la religión. De las pasiones. De la tragedia. Del criterio del gusto", 1757.
"Historia de Inglaterra bajo los Tudor", 1759.
"Historia de Inglaterra, de la invasión de Julio César al reinado de Enrique VII", 1761.
"Diálogos sobre la religión natural", escritos antes de 1752, publicados en 1779.
"Dos ensayos: De la inmortalidad del alma. Del suicidio", 1777.

3) PeNsAmIeNtO fIlOsOfIcO:
Términos filosóficos explicados: Asociación de Ideas - Ciencia de la naturaleza humana - Conocimiento de cuestiones de hecho - Conocimiento de relaciones entre ideas - Creencia - Criterio empirista de conocimiento - Critica a la posibilidad del conocimiento de Dios - Critica a la idea de substancia - Critica a la idea del yo como substancia - Critica a la tesis del conocimiento de la realidad exterior - Critica al innatismo - Critica a la relación de causalidad - Deísmo - Emotivismo moral - Empirismo - Empirismo inmaterialista - Experiencia - Fenomenismo - Hábito o costumbre - Ideas: concepto y tipos - Ilustración - Imaginación - Impresiones: concepto y tipos - Leyes de la asociación: causa y efecto, contigüidad y semejanza - Percepciones: concepto y tipos - Psicologismo - Racionalismo moral - Sentimiento moral - Yo o alma o mente

La medida de todas las cosas es el hombre, él decide lo bueno, lo bello y lo verdadero; al menos, nada más allá de él mismo se puede asegurar. Naturalmente su decisión no es consciente ni voluntaria, pues son los mecanismos que, ocultos y en silencio, trabajan en su psiquismo, los responsables de esta "creación del mundo". David Hume se propone descubrirlos. El conocimiento, es conocimiento humano, de un ser más sensible que racional; sus decisiones morales se hacen desde los sentimientos y se miden por la felicidad que pueden promover. No sabemos cómo llegar a lo trascendente, a lo metafísico (Dios, el alma, la Realidad); vivimos encapsulados en nuestra subjetividad finita y sensorial. Tal es la filosofía de David Hume, imprescindible para comprender las muy diversas formas de empirismo contemporáneo, herederas de un modo u otro de la filosofía de Hume (suave y moderada en su estilo y forma, y radical en su planteamiento y conclusiones).
Agunas de sus pensamientos filosoficos defienden en:
Racionalismo moral que dice:Esta teoría mantiene que la distinción entre lo bueno y lo malo tiene su origen en la razón. Para Hume la razón tiene cierto papel en el tema moral; para mostrarlo comienza señalando que la alabanza o censura moral parecen estar relacionadas con la utilidad de las cualidades (amabilidad, veracidad, honestidad, ..) o de la acción (justicia, mentira, robo) moralmente valorada. Las acciones y cualidades se premian o se castigan en función de sus consecuencias: si se sigue de ellas una mejora individual o social se premian, si perjudican se castigan. Y la razón puede tener aquí algún papel pues nos enseña qué medios utilizar para conseguir lo beneficios para la sociedad. Pero Hume considera que es insuficiente, y ni siquiera lo más importante:
es incapaz de dar fines finales a la conducta humana;
los sentimientos son los responsables últimos de la conducta moral.


4) ApLiCaCiOnEs FiLoSoFiCaS:
Legado
Aunque Hume escribió sus obras en el siglo XVIII, su trabajo sigue siendo relevante en las disputas filosóficas de la actualidad, lo que contrasta con las aportaciones de muchos de sus contemporáneos. A continuación se ofrece un sumario de sus trabajos filosóficos más influyentes.



5) LiNks:
/www.webdianoia.com

viernes, 24 de octubre de 2008

KaNt



1) BiOgRaFia: (1724-1804)
Immanuel Kant nació en 1724 y murió en 1804, filósofo alemán, considerado por muchos como el pensador más influyente de la era moderna.
Nacido en Königsberg (ahora, Kaliningrado, Rusia) el 22 de abril de 1724, Kant se educó en el Collegium Fredericianum y en la Universidad de Königsberg. En la escuela estudió sobre todo a los clásicos y en la universidad, física y matemáticas. Tras la muerte de su padre, tuvo que abandonar sus estudios universitarios y ganarse la vida como tutor privado. En 1755, ayudado por un amigo, reanudó sus estudios y obtuvo el doctorado. Después, enseñó en la universidad durante 15 años, y dio conferencias primero de ciencia y matemáticas, para llegar de forma paulatina a disertar sobre casi todas las ramas de la filosofía.
Aunque las conferencias y escritos de Kant durante este periodo le dieron reputación como filósofo original, no se le concedió una cátedra en la universidad hasta 1770, cuando se le designó profesor de lógicay metafísica. Durante los 27 años siguientes continuó dedicado a su labor profesoral y atrayendo a un gran número de estudiantes a Königsberg. Las enseñanzas religiosas nada ortodoxas de Kant, que se basaban más en el racionalismo que en la revelación divina, le crearon problemas con el Gobiernode Prusia y en 1792 Federico Guillermo II, rey de esa nación, le prohibió impartir clases o escribir sobre asuntos religiosos. Kant obedeció esta orden durante cinco años, hasta la muerte del rey, y entonces se sintió liberado de su obligación. En 1798, ya retirado de la docencia universitaria, publicó un epítome donde se contenía una expresión de sus ideas de materia religiosa. Murió el 12 de febrero de 1804.
Filosofía de Kant
La piedra angular de la filosofía de Kant, a veces llamada filosofía crítica, está recogida en su Crítica de la razón pura (1781), en la que examinó las bases del conocimiento humano y creó una epistemología individual. Al igual que los primeros filósofos, Kant diferenciaba los modos de pensar en proposiciones analíticas y sintéticas. Una proposición analítica es aquella en la que el predicado está contenido en el sujeto, como en la afirmación 'las casas negras son casas'. La verdad de este tipo de proposiciones es evidente, porque afirmar lo contrario supondría plantear una proposición contradictoria. Tales proposiciones son llamadas analíticas porque la verdad se descubre por el análisis del concepto en sí mismo. Las proposiciones sintéticas, en cambio, son aquellas a las que no se puede llegar por análisispuro, como en la expresión 'la casa es negra'. Todas las proposiciones comunes que resultan de la experiencia del mundo son sintéticas.
Las proposiciones, según Kant, pueden ser divididas también en otros dos tipos: empírica, o a posteriori, y a priori. Las proposiciones empíricas dependen tan sólo de la percepción, pero las proposiciones a priori tienen una validez esencial y no se basan en tal percepción. La diferencia entre estos dos tipos de proposiciones puede ser ilustrada por la empírica 'la casa es negra' y la a priori 'dos más dos son cuatro'. La tesis de Kant en la Crítica consiste en que resulta posible formular juicios sintéticos a priori. Esta posición filosófica es conocida como transcendentalismo. Al explicar cómo es posible este tipo de juicios, Kant consideraba los objetos del mundo material como incognoscibles en esencia; desde el punto de vista de la razón, sirven tan sólo como materiapura a partir de la cual se nutren las sensaciones. Los objetos, en sí mismos, no tienen existencia, y el espacio y el tiempo pertenecen a la realidad sólo como parte de la mente, como intuiciones con las que las percepciones son medidas y valoradas.
Además de estas intuiciones, Kant afirmó que un número de conceptos a priori, llamados categorías, también existen. Dividió las categorías en cuatro grupos: los relativos a la cantidad, que son unidad, pluralidad y totalidad; los relacionados con la cualidad, que son realidad, negación y limitación; los que conciernen a la relación, que son sustancia-y-accidente, causa-y-efecto y reciprocidad; y los que tienen que ver con la modalidad, que son posibilidad, existencia y necesidad. Las intuiciones y las categorías se pueden emplear para hacer juicios sobre experiencias y percepciones, pero, según Kant, no pueden emplearse para que se apliquen sobre ideas abstractas o conceptos cruciales como libertad y existencia sin que lleven a inconsecuencias en la forma de binomios de proposiciones contradictorias, o antinomias, en las que ambos elementos de cada par pueden ser probados como verdad.
En la Metafísica de la ética (1797) Kant describe su sistema ético, basado en la idea de que la razón es la autoridad última de la moral. Afirmaba en sus páginas que los actos de cualquier clase han de ser emprendidos desde un sentido del deber que dictase la razón, y que ningún acto realizado por conveniencia o sólo por obediencia a la ley o costumbre puede considerarse como moral. Kant describió dos tipos de órdenes dadas por la razón: el imperativo hipotético que dispone un curso dado de acción para lograr un fin específico; y el imperativo categórico que dicta una trayectoria de actuación que debe ser seguida por su exactitud y necesidad. El imperativo categórico es la base de la moral y fue resumido por Kant en estas palabras claves: "Actúa de forma que la máxima de tu conducta pueda ser siempre un principio de Ley natural y universal".
Las ideas éticas de Kant son el resultado lógico de su creencia en la libertad fundamental del individuo, como manifestó en su Crítica de la razón práctica (1788). No consideraba esta libertad como la libertad no sometida a las leyes, como en la anarquía, sino más bien como la libertad del gobierno de sí mismo, la libertad para obedecer en conciencia las leyes del universo como se revelan por la razón. Creía que el bienestar de cada individuo sería considerado, en sentido estricto, como un fin en sí mismo y que el mundo progresaba hacia una sociedad ideal donde la razón "obligaría a todo legislador a crear sus leyesde tal manera que pudieran haber nacido de la voluntad única de un pueblo entero, y a considerar todo sujeto, en la medida en que desea ser un ciudadano, partiendo del principio de si ha estado de acuerdo con esta voluntad". En su tratado La paz perpetua (1795) Kant aboga por el establecimiento de una federación mundial de Estados republicanos.
Kant ha tenido mayor influencia que ningún otro filósofo de la era moderna. La filosofía kantiana, y en especial como la desarrolló el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, estableció los cimientos sobre los que se edificó la estructura básica del pensamiento de Karl Marx. El método dialéctico, utilizado tanto por Hegel como por Karl Marx, fue un desarrollo del método de razonamiento articulado por antinomias que Kant aplicó. El filósofo alemán Johann Fichte, alumno de Kant, rechazó la división del mundo de su maestro en partes objetivas y subjetivas y elaboró una filosofía idealista que también influyó de una forma notable en los socialistas del siglo XIX. Uno de los sucesores de Kant en la Universidad de Königsberg, Johann Friedrich Herbart, incorporó algunas de las ideas kantianas a sus sistemas de pedagogía.
Además de sus trabajos sobre filosofía, Kant escribió numerosos tratados sobre diversas materias científicas, sobre todo del área de la geografía física. Su obra más importante en este campo fue Historia universal de la naturaleza y teoría del cielo (1755), en la que anticipaba la hipótesis de la formación del universo a partir de una nebulosa originaria, hipótesis que fue más tarde desarrollada por Pierre de Laplace.
Entre otros escritos de Kant figuran Prolegómenos a toda metafísica futura (1783), Principios metafísicos de la filosofía natural (1786), Crítica del juicio (1790) y La religión dentro de los límites de la razón pura (1793).

2) ObRaS:


Período precrítico
1747 "Pensamientos sobre el verdadero valor de las fuerzas vivas"
1755 "De igne" ("Sobre el fuego", presentada como tesis doctoral)
1755 "Historia natural general y teoría del cielo"
1755 "Nueva dilucidación de los primeros principios del conocimiento metafísico"
1762 "La falsa sutileza de las cuatro figuras silogísticas"
1762 "El único fundamento posible de una demostración de la existencia de Dios"
1764 "Investigación acerca de la distinción de los principios de la teología natural y de la moral"
1764 "Observaciones acerca del sentimiento de lo hermoso y lo sublime"
1766 "Sueños de un visionario, comentados por los sueños de la metafísica"
1770 "De mundi sensibilis atque intelligibilis forma et principiis" ("Sobre la forma y principios del mundo sensible e inteligible") más conocida como la Disertación de 1770.
Período crítico
1781 "Crítica de la razón pura"
1783 "Prolegómenos a toda metafísica futura"
1785 "Fundamentación de la metafísica de las costumbres"
1785 "Sobre los volcanes de la luna"
1786 "Primeros principios metafísicos de la ciencia natural"
1787 Segunda edición de la "Crítica de la razón pura"
1788 "Crítica de la razón práctica"
1790 "Crítica de la facultad de juzgar"
1791 "Sobre el fracaso de todos los intentos filosóficos en teología"
1793 "La religión dentro de los límites de la mera razón"
1795 "Hacia la paz perpetua"
1797 "La metafísica las costumbres"
Opus Postumum
Recoge los escritos no editados por Kant en los que trabajaba antes de su muerte y que manifiestan una evolución de su pensamiento hacia las posiciones que defenderá posteriormente el idealismo alemán.

3) PeNsAmIeNtO fIlOsOfIcO:



Al afirmar que el conocimiento se limita a la experiencia, la filosofía kantiana se aproxima al empirismo, y al afirmar que no todo el conocimiento proviene de la experiencia se acerca al racionalismo. Pero también es esencial en el pensamiento kantiano la influencia del tercer gran movimiento filosófico de la modernidad, la Ilustración. El proyecto ilustrado es un esfuerzo común de transformación y mejora de la humanidad mediante el desarrollo de su propia naturaleza racional. Para realizar este proyecto se propone como tareas fundamentales el desvelamiento de las leyes de la naturaleza y el ordenamiento racional de la vida humana. Los dos grandes ilustrados, Newton y Rousseau, influyeron claramente en Kant. Newton representó para toda la Ilustración la culminación de la ciencia moderna, un ejemplo de las posibilidades de una ciencia que combina la experiencia empírica y la razón y del éxito que se puede alcanzar si limitamos la actividad científica al conocimiento de los fenómenos. La filosofía kantiana es un intento de clarificar filosóficamente las condiciones de posibilidad de la física newtoniana. Por su parte, Rousseau era el filósofo del espíritu, de la subjetividad: frente al mundo externo determinado causalmente, propone reconocer también el mundo interno, el de la conciencia, pues en él se descubre el hombre como libre, como sujeto de responsabilidad moral. Rousseau reforzó en Kant la convicción en la autonomía, en la independencia de la moralidad frente a las leyes que rigen el mundo objetivo. Newton y Rousseau, reino de la naturaleza y reino del espíritu, causalidad y libertad. Dos mundos de los que se siente ciudadano, dos legalidades a las está sometido. ¿Anula la ciencia todo acceso del hombre a lo metafísico? ¿Pueden conciliarse causalidad física y libertad moral? Problema esencial tratado por Kant: la posibilidad de lo metafísico para el hombre, la aclaración definitiva de cómo el hombre es ciudadano de ambos mundos. La filosofía kantiana es una filosofía crítica: se tratará de analizar y comprender la posibilidad y límites de la Razón tanto en su aspecto teórico como en su dimensión práctica. Su proyecto consiste en establecer los principios y límites del conocimiento científico de la Naturaleza, al vez que responder a la pregunta ¿qué puedo conocer?, establecer y justificar los principios de la acción y las condiciones de la libertad, ligada a la cuestión: ¿qué debo hacer?; y delinear el destino último del hombre para responder a la pregunta: ¿qué me cabe esperar?. Y las tres se pueden expresar con la pregunta más general: ¿qué es el hombre?


III. EL IDEALISMO TRASCENDENTAL: EL "FENÓMENO" Y EL "NOÚMENO"III.1. La filosofía kantiana, superación del empirismo y del racionalismo
Su tesis de que el conocimiento se puede referir sólo a lo que se da a los sentidos, y que, por lo tanto, lo que esté más allá de los sentidos es incognoscible y no permite un tratamiento científico, es una influencia del empirismo. Por su parte, la huella del racionalismo la tenemos en sus afirmaciones de que es posible un conocimiento estricto (los juicios sintéticos a priori), extensivo, pero también universal y necesario, aunque referido a meros fenómenos, y de que no todos los elementos que intervienen en el conocimiento se obtienen de la experiencia, pues hay elementos a priori. Los racionalistas llamaban a estos elementos “ideas innatas”, aunque entendían que dichas ideas eran contenidos de conocimiento referidos a objetos; las estructuras aprióricas son, para Kant, estructuras, no contenidos, y no se refieren a objetos sino a la forma que todo objeto ha de tener para que la podamos experimentar, no dan información relativa a objetos del mundo, sino a la estructura del mundo.
III.2. La "revolución copernicana" (o giro copernicano) en filosofía
Kant explica el cambio epistemológico que supone su filosofía con la analogía de la revolución astronómica copernicana: Copérnico encuentra que no se puede entender el movimiento aparente de los astros si suponemos que la Tierra es el centro del Universo y el Sol da vueltas a su alrededor, y nos propone invertir los términos y suponer que es el Sol el centro del Universo. Kant dice del mismo modo: si las condiciones de la objetividad del ser objeto no son ni pueden ser enviadas por las cosas a nosotros, puesto que las cosas no nos envían más que impresiones, no hay más que hacer lo mismo que Copérnico y decir que son las cosas las que se ajustan a nuestros conceptos y no nuestros conceptos los que se ajustan a las cosas. Las categorías, por consiguiente, son conceptos puros, “a priori”, que no obtenemos extrayéndolos de las cosas, sino que nosotros ponemos, imponemos a ellas.
La analogía de la "revolución copernicana" refleja muy bien un importante aspecto de su pensamiento: hasta Kant se había considerado que el sujeto era pasivo en el acto del conocimiento y se tenía que plegar al objeto para conocerlo; pero de ese modo no se puede dar el conocimiento a priori pues éste conocimiento supone la posibilidad de conocer algo sobre las cosas sin que estén presentes en nuestra conciencia, sin que de ellas tengamos experiencia. El giro copernicano consiste en rechazar la concepción tradicional del conocimiento, rechazar que el sujeto se deba someter a las cosas para conocerlas, y considerar que el sujeto es activo: son las cosas las que se deben someter a nosotros de cara al conocimiento; si suponemos que para conocer un objeto antes ha de someterse a las condiciones formales "a priori" de la estructura de nuestras facultades cognoscitivas, podremos comprender que conozcamos de las cosas algunos rasgos que éstas han de poseer antes incluso de que tengamos experiencia de ellas: solo podemos conocer a priori de las cosas aquello que antes hemos puesto en ellas. El giro copernicano se refiere al hecho de que solo podemos comprender el conocimiento a priori si admitimos que sólo conocemos los fenómenos y no las cosas en sí mismas o noúmenos, si admitimos el Idealismo Trascendental como la filosofía verdadera.
III.3. La filosofía kantiana: el Idealismo Trascendental
El Idealismo Trascendental es la culminación del pensamiento moderno, que comienza con el planteamiento cartesiano del problema del conocimiento: para tener conocimiento estricto es preciso remitirse al sujeto del conocimiento (al "cogito") sólo así tendremos una evidencia tan poderosa como para fundamentar el resto del saber; pero esto se consigue a costa de problematizar el conocimiento de la realidad externa. El empirismo continúa en esta misma línea al considerar que el conocimiento inmediato versa sobre las ideas o percepciones y no sobre las cosas en sí mismas y al sugerir que los grandes problemas de la objetividad (el mundo teórico y el mundo práctico) han de resolverse tras el análisis de los procesos psicológicos gracias a los cuales el sujeto tiene experiencia de los objetos; pero el sujeto del que hablan los empiristas es un sujeto empírico. Kant recoge esta línea de explicación mostrando que debemos reflexionar sobre el modo de conocer para descubrir los elementos, fundamento y límites del saber, pero pone como sujeto a un sujeto distinto: el Sujeto Trascendental, que no se puede identificar con el yo empírico, contingente, hecho de este modo pero pudiendo ser de otra forma; el Sujeto Trascendental es el sujeto metaempírico del cual se predican las distintas formas aprióricas y que realiza las distintas síntesis que dan lugar a la constitución de los fenómenos. La consecuencia es un giro completo en la comprensión del conocimiento y la separación radical entre la filosofía y el sentido común: el conocimiento universal y necesario no se puede explicar si consideramos que el sujeto es pasivo cuando conoce, pero sí al considerar que el sujeto pone algo en el objeto conocido y lo modela a partir de las estructuras de nuestras facultades cognoscitivas (las formas de la sensibilidad y las categorías del entendimiento). En cuanto a la segunda cuestión, debemos recordar que la posición ingenua, y toda la filosofía anterior a la modernidad, mantiene una concepción realista del mundo: en lo esencial el mundo es tal y como lo conocemos; en lo esencial los objetos y sus propiedades y relaciones existen independientemente de la experiencia que podamos tener de ellos; esta es la tesis característica del realismo. Pero con la modernidad (con Kant) aparece la concepción idealista: no sabemos cómo puede ser el mundo independientemente de nuestra experiencia de él; todo objeto del que tenemos experiencia ha quedado influido por la estructura de nuestro aparato cognoscitivo. Estas ideas nos llevan a dos conceptos fundamentales del Idealismo Trascendental: el concepto de Noúmeno y el de Fenómeno. El Noúmeno (o Cosa en sí) es la realidad tal y como pueda ser en sí misma, independientemente de nuestra experiencia de ella; la filosofía premoderna pensaba que nosotros podíamos conocer las cosas en sí mismas, aunque cada escuela dijese algo distinto relativo al ser de dichas cosas; el Fenómeno es una realidad dependiente del Sujeto Trascendental, es la realidad estructurada por las formas de la sensibilidad y las categorías del entendimiento; la realidad tal y como la experimentamos. El sujeto cuando conoce no deja intacta la realidad conocida, la constituye en el propio acto del conocimiento. Por ello, el Idealismo Trascendental se puede resumir en la afirmación de que sólo conocemos fenómenos.
4) ApLiCaCiOnEs FiLoSoFiCaS:

Repercusiones del pensamiento de Kant:
Kant abordó temas de enorme profundidad y actualidad: definió el programa de ilustrado,
escribió para la tolerancia y la paz, criticó la metafísica tradicional, mantuvo la religión
dentro de los límites de la razón, la idea de que Dios no es objeto de conocimiento
racional, estableció los límites del conocimiento humano, denunció la explotación del
hombre por el hombre… Pero sobre todo Kant puso fin a un modo de hacer filosofía
basada en los planteamientos establecidos por los griegos y abrió el camino a la filosofía
moderna.
Su repercusión directa más clara la encontramos en el “idealismo alemán”

Marx también es en cierto modo heredero de la filosofía kantiana, primero porque tomó
algunos elementos importantes del idealismo alemán, en particular de Hegel (los conceptos
de alienación, dialéctica,...), pero interpretándolos en un sentido materialista, y, segundo,
porque la visión kantiana de la libertad y, más aún, el imperativo categórico en la fórmula
general que describe al hombre como un fin final, y que prohíbe tratarlo como mera cosa,
inspiró las críticas del joven Marx a la alienación y explotación económica como una forma
de cosificación del hombre.
Tampoco podemos olvidar la clara presencia de la filosofía kantiana en Schopenhauer,
principalmente su distinción mundo fenoménico/cosa en sí, que este último autor
identificará con la irracional “voluntad de vivir”, e indirectamente también en Nietzsche.
La idea de que la realidad no se nos da sino que debemos construirla en el momento de
conocerla está en el principio de incertidumbre establecido en física por Hesemberg y es
la base de la actitud primordial del siglo XX, la realidad la construimos (teoría de modelos,
realidad virtual, etc.).
Su teoría del estado y de la paz perpetua sirvió para crear la Sociedad de Naciones,
antesala de la ONU, y es un anticipo de los problemas que hoy están planteados con
respecto a las sociedades pobres: deuda externa, emigración, globalización…
Influyó en artistas como Beethoven y Schiller.
En el siglo XX surgió una corriente neokantiana con Cohen y Natorp que trataron de
sintetizar el pensamiento de Kant con la ciencia contemporánea, influyendo en pensadores
como Ortega y Gasset y Hartmann.
Hay, también una cierta afinidad entre Kant y Wittgenstein, pues este filósofo estaba
interesado por la investigación de los límites del conocimiento, aunque centrada en la
comprensión de los límites del lenguaje.
Finalmente, el movimiento neopositivista, y en la línea del empirismo de Hume y el
escepticismo metafísico de Kant, creyó imposible el conocimiento metafísico y declaró que
únicamente cabe el conocimiento, la ciencia, de lo que se ofrece a la percepción; sin
embargo, no debemos olvidar que, en realidad, Kant no niega lo metafísico (la libertad, el
alma y Dios), sólo su acceso intelectual, y que reivindica la vía moral, la razón práctica,
como la experiencia que le permite al hombre vincularse con lo metafísico, algo rechazado
por esta importantísima corriente del siglo XX.
Legitimó y reforzó la ciencia de Newton favoreciendo al eclosión de oproducciones
científicas en el siglo XIX. Sin embargo, la ciencia moderna ha puesto en cuestionamiento
la fundamentación kantiana con la geometría no euclidiana y la física cuántica y relativista.
La idea de ciencia se ha convertido en un conjunto de hipótesis y teorías más que en
certezas absolutas.